jueves, 29 de noviembre de 2012

Planificación:Área: Lengua


Área: Lengua.

Docente: Keller, Adriana.

Alumno practicante: Juarez, Rodrigo Miguel Ángel.

Horas cátedra:
·         2hs. Lunes.
·         2hs. Miércoles.
·         2hs. Jueves.

Planificación:

Área: Lengua.

Eje: Lenguaje escrito. La lectura como proceso.

Contenidos conceptuales:

·         El cuento fantástico. Las acciones principales. El narrador.

Contenidos  procedimentales:

La lectura (comprensión y disfrute) de obras literarias de tradición oral para descubrir y explorar el mundo creado a través de la palabra y los recursos del discurso literario, realizar interpretaciones personales teniendo en cuenta los indicios que da el texto y las características del género al que pertenece la obra, expresar las emociones, construir significados con otros lectores; formarse como lector de literatura.

Contenidos actitudinales:

·         Valoración del lenguaje escrito como fuente de transmisión de valores, modos de pensar y de sentir de una comunidad y como un medio de comunicación universalmente aceptado.
·         Actitud de interés por la lectura de diferentes tipos de textos.
·         Aprecio por la calidad de los textos propios y ajenos (su adecuación, coherencia y corrección) como medio para asegurar una comunicación fluida y clara.

Grado: 4TO Grado.

Alumno practicante: Juarez, Rodrigo.

Docente de grado: Keller, Adriana.
                    

Objetivos:

Que los alumnos logren:

·         Disfrutar en la escucha tanto como en la lectura de diversos cuentos fantásticos, a través de su propia imaginación.
·         Reconocer  las acciones principales de un cuento.
·         Identificar el tipo de narrador del cuento.


Recursos:

Tizas, pizarrón, textos, imágenes, láminas, Cuentos,  etc.


Estrategias metodológicas:

Actividad nº 1: Conversamos con los alumnos sobre:
·         ¿saben cuáles son las partes de un cuento?
·         ¿Qué partes reconocen?
Explicación e institucionalización de las partes de un cuento: Introducción, desarrollo y desenlace.

Realización de la Indagación de ideas previas con preguntas sobre los gustos de los niños y sobre su experiencia con diferentes cuentos.
·         ¿Les gustan los cuentos?
·         ¿Cuál es el que más les gusta?
·         ¿Leen cuentos? ¿Cada cuanto tiempo?
·         ¿Qué tipo de cuentos les gustan?
·         ¿Qué debe tener un cuento para gustarles?

Actividad nº2:

Lectura del cuento: “La sirena y el capitán” De María Elena Walsh.
Lectura realizada, por partes,  para que los alumnos:
1.       Infieran de qué se trata el cuento con solo saber su titulo.
2.       Infieran los posibles momentos del cuento incluyendo su desenlace donde el docente realizara pausas e interrogara a los niños sobre:
·         ¿De qué se tratara el cuento?
·         ¿Cómo sigue el cuento?
·         ¿De dónde será el capitán?, etc.

Como tarea para el hogar los alumnos deberán leer el cuento y harán un dibujo, del cual se llevaran una copia en su carpeta.


Actividad nº3:

Luego de la socialización de los dibujos realizados y de recordar las acciones principales del cuento, los alumnos reconocerán las acciones principales (Introducción, desarrollo y desenlace)  del cuento completando su hoja de trabajo nº 1. Con la ayuda del docente.

Actividad nº4:

Conversamos con los alumnos sobre:
 El concepto de “narración” y los tres tipos de narradores (protagonista, testigo u omnisciente). Interrogantes orientadores:
¿Qué es una narración?
Si yo cuento una historia ¿Estoy narrando? ¿Por qué?
¿Un cuento es una narración? ¿Por qué?
¿Qué tipo de narrador posee el cuento de la sirena y el capitán?

Luego de haber escuchado a los alumnos se sacaran ideas en común y se explicara que es una narración y cuales sus tipos de narradores.

Actividad nº5: ¿Leemos otro cuento?
Lectura del cuento: “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann. Se realizara la lectura de igual manera que la realizada en la actividad nº2.

Actividad nº6:

Los alumnos reconocerán las acciones principales (Introducción, desarrollo y desenlace)  del cuento completando su hoja de trabajo nº 2 y en la hoja nº 3 la identificación del tipo de narrador (Se realizara con la ayuda del docente). Como tarea para el hogar los alumnos deberán leer el cuento y harán un dibujo, del cual se llevaran una copia en su carpeta.



Evaluación:

·         Inicial: Participación e ideas previas.

·         Procesual: Participación en clase, en la experiencia y en el posterior debate.

·         Evaluación final: Conclusión y nuevos conocimientos adquiridos a través de los informes entregados por cada grupo.

Cronograma:
Actividad nº1: 40 minutos aprox.
Actividad nº2: 40 minutos aprox.
Actividad nº3: 40 minutos aprox.
Actividad nº4: 40 minutos aprox.
Actividad nº5: 40 minutos aprox.
Actividad nº6: 40 minutos aprox.
Juarez, Rodrigo.






“La sirena y el capitán” De María Elena Walsh.










Había una vez una sirena que vivía por el río Paraná. Tenía su ranchito de hojas en un camalote y allí pasaba los días peinando su largo pelo color de miel, y pasaba las noches cantando, porque su oficio era cantar.

En noches de luna llena por el río Paraná
una sirena cantando va.
Por aquí, por allá, el agua qué fría está.
Juncal y arena del Paraná,
una sirena cantando va.

Alahí se llamaba la sirena y, como era un poco maga, sabía gobernar su camalote y remontarlo contra la corriente. A veces iba hasta las Cataratas del Iguazú para darse una larga ducha fresquita llena de espuma.
Después tomaba sol en la orilla y conversaba con los muchos amigos que tenía por el cielo, el agua y la tierra. Ninguno le hacía daño. Hasta los que parecen más malos, como los caimanes y las víboras, se le acercaban mimosos.
A veces, toda una hilera de mariposas le sostenía el pelo y los pájaros se juntaban en coro para arrullarle la siesta.
Hace muchos años de esto. América todavía era india: no habían llegado los españoles con sus barbas y sus barcos. Las pocas personas que alguna vez habían entrevisto a Alahí, creían que era un sueño, y corrían a frotarse los ojos con ungüento para espantar la visión de esa hermosa criatura mitad muchacha y mitad pez.
Una noche de luna, Alahí se puso a cantar como de costumbre, y tanto se entretuvo y tan fuerte cantaba recostada en la orilla lejos de su camalote, que no oyó que por el agua se acercaba un enorme barco con las velas desplegadas. Los hombres del barco también venían cantando.

Soy marinero y aventurero, vengo de España y olé.
Quiero gloria, quiero dinero y con los dos volveré.
Para mí será el dinero, la gloria para mi rey.

– ¡Callad! –dijo el capitán, que era flaco y barbudo como Don Quijote– Callad, que alguien está cantando mejor que vosotros.
¿Será quizás un pintado pajarillo cual la abubilla o el estornino, capitán? –le dijo un marinero tonto.
–Calla, que los pajarillos no cantan de noche. ¡Tirad las anclas!
– ¿Vamos a tierra, capitán?
–No, iré yo solo.
El barco amarró suavemente muy cerca de Alahí, que al ver a los hombres extraños enmudeció y trató de deslizarse hasta su camalote para huir. El capitán saltó a la orilla y la sorprendió.
Alahí se quedó quietita, muerta de miedo, mientras cundía la alarma entre todos sus amigos.
– ¿Quién vive? –preguntó el capitán don Gonzalo de Valdepeñas y Villatuerta del Calabacete, que así se llamaba.
La sirena no contestó y trató de escapar.
– ¡Alto allí!
El capitán alzó su farola y...
– ¡Una sirena, vive Dios! ¿Estaré soñando? ¡Qué cosas se ven en estas embrujadas y patrañosas tierras!
–Más raro es usted, señor –dijo Alahí–, todo vestido de lata y más peludo que un mono, señor.
–Eres tan bella que paso por alto tu insolencia. Serás mi esposa y reina de los ríos de España.
–No, señor, lo siento mucho pero no... Y Alahí trató de escurrirse entre las hojas.
– ¡Detente!
El capitán la ató al tronco de un árbol. En las ramas los pajaritos temblaban por la suerte de su querida sirena.
–Haré un cofre y te encerraré para que no te escapes.
El capitán sacó su hacha y allí mismo se puso a hachar un árbol para construir la jaula para la pobre sirena.
–Ay, tengo frío –dijo Alahí.
El capitán, que era todo un caballero, quiso prestarle su coraza, pero no se la pudo quitar porque se había olvidado el abrelatas en el barco.
A todo esto, los amigos de Alahí se habían dado la voz de alarma y cuchicheaban entre las hojas, mientras el capitán talaba el árbol. Varios caimanes salieron del agua y se acercaron sigilosos. Muy cerca relampagueaban los ojos del tigre con toda su familia.
Cien monitos saltaron de árbol en árbol hasta llegar al de Alahí. Un regimiento de pájaros carpinteros avanzaba en fila india. Las mariposas estaban agazapadas entre el follaje. Las tortugas hicieron un puente desde la otra orilla para que los armadillos pudieran cruzar.
Cuando estuvieron todos listos, un papagayo dio la señal de ataque:
– ¡Ahora!
Los monitos se descolgaron sobre el capitán, chillando y tirándole de las orejas.
Los caimanes le pegaron feroces coletazos. Las mariposas revolotearon sobre sus ojos para cegarlo. Dos culebras se le enredaron en los pies para hacerlo tropezar.
El tigre, la tigra y los tigrecitos le mostraron uñas y colmillos, porque no hacía falta más. Luego llegó el escuadrón blindado de los mosquitos y obligaron al capitán a escapar despavorido y trepar por una escala de cuerda hasta la borda de su barco.
– ¡Alzad el ancla, levad amarras, izad las velas, huyamos de esta tierra de demonios!
Mientras el barco soltaba amarras, los pájaros carpinteros terminaron el trabajo picoteando las cuerdas hasta liberar a la pobre Alahí.
– ¡Gracias, amigos, gracias por este regalo, el más hermoso para mí: la libertad!
Amanecía cuando la sirena volvió a su camalote, escoltada por cielo y tierra de todos sus amigos. Allá, muy lejos se iba el barco de los hombres extraños. Alahí tomó el rumbo contrario en su camalote y se alejó río arriba, hasta Paitití, el país de la leyenda, donde sigue viviendo libre y cantando siempre para quien sepa oírla.


Un Elefante Ocupa Mucho Espacio 


-por Elsa Bornemann-


Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar "en elefante", esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento:
Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.
-¿Te has vuelto loco, Víctor?- le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula. -¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!
La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche:
-Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras selvas...
- ¿De qué te quejas, Víctor? -interrumpió un osito, gritando desde su encierro. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida?
- Tú has nacido bajo la lona del circo... -le contestó Víctor dulcemente. La esposa del criador te crió con mamadera... Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad...
- ¿Se puede saber para qué hacemos huelga? -gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá.
- ¡Al fin una buena pregunta! -exclamó Víctor, entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...)
- Bah... Pamplinas... -se burló el león-. ¿Cómo piensas comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma?
- Sí -aseguró Víctor. El loro será nuestro intérprete -y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin dificultad y salió afuera. En seguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros.
Al rato, todos retozaban en los carromatos. ¡Hasta el león!
Los primeros rayos de sol picaban como abejas zumbadoras sobre las pieles de los animales cuando el dueño del circo se desperezó ante la ventana de su casa rodante. El calor parecía cortar el aire en infinidad de líneas anaranjadas... (Los animales nunca supieron si fue por eso que el dueño del circo pidió socorro y después se desmayó, apenas pisó el césped...)
De inmediato, los domadores aparecieron en su auxilio:
- ¡Los animales están sueltos!- gritaron acoro, antes de correr en busca de sus látigos.
- ¡Pues ahora los usarán para espantarnos las moscas!- les comunicó el loro no bien los domadores los rodearon, dispuestos a encerrarlos nuevamente.
- ¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante!
- ¿Qué disparate es este? ¡A las jaulas! -y los látigos silbadores ondularon amenazadoramente.
- ¡Ustedes a las jaulas! -gruñeron los orangutanes. Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron. Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el tiempo detrás de los barrotes.
La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES.
Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres:
- ¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego! ¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas!
- ¡No usen las manos para comer! ¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Ladren! ¡Rujan!

- ¡BASTA, POR FAVOR, BASTA! - gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos-. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?
El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante:
- ... Con que esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque... o nos envían de regreso a nuestras selvas... o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho.
Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África.
Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: En uno viajaron los tigres, el león, los orangutanes, la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor... porque todos sabemos que un elefante ocupa mucho, mucho espacio...

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